Entre sus manos aterciopeladas me abandone dejando mi mente flotar, relajando mi cuerpo. Mi alma descansaba al fin. No habia preocupaciones, no habia lugar alguno, la gente no existia a mi alrededor solo estaban sus manos, su respiracion lenta y acompasada, sus dulces, tiernas y agradables caricias. Ternura de un cariño casi maternal.Abandonado entre sus brazos no pude mas que desear una eternidad de tormentos por ese momento de paz y tranquilidad. Todo habia cesado, todos los demonios expulsados, los gritos desgarrados de un alma hecha girones se habian acallado, mi mente ahora clara y sin preocupaciones no podia sino pensar y almacenar cada segundo, cada instante para guardarlos para todar la eternidad. No podia ciertamente pedir nada mas a la vida en esos momentos, quizas y solo quizas que perduraran para siempre en el tiempo.
viernes, 6 de noviembre de 2009
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